Voy por un camino de sueños tortuosos
y anémonas disecadas;
De muertos que andan pero no piensan,
de rosas censuradas porque el guante blanco
no soporta la agudeza de la espina.
Culpables los recién nacidos
del lodo y el cieno de la raza
son señalados
y escupen por las calles a las mariposas
por su belleza.
Voy por el camino del mundo,
del billete, la coca y la pistola
decidiendo la muerte
del gorila y el koala,
pactando con la sangre de la tierra
qué países ganan la carrera.
Pero el camello nunca quiso ser caballo
ni pidió la rata conocer los laboratorios
y cada árbol que se tala despierta
un lamento de pájaros suicidado de motores.
No hay forma de andar que no sea
por el camino del mundo.
Hay gente que viaja kilómetros diarios
y no conoce el camino hacia la entraña.
Las hormigas construyen sin descanso laberintos
y las chicharras cantan al borde de las autopistas.
La inocencia de la oveja no impide
los jerséis teñidos con veneno
y el río congelado no puede no derramarse
cuesta abajo
cuando se acaba el invierno.
Mi fe en la vida no detiene los misiles
y sin embargo, ahora mismo,
regadas por las lágrimas de las gaviotas
también hay semillas brotando entre los escombros.
Rocío de Rolanda
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